Editorial

La música invade las calles y las plazas de nuestra memoria. Una canción puede acompañarnos para toda la vida por haberla escuchado en un momento especial, en uno de esos instantes de felicidad de los que a veces no nos damos cuenta y dejamos pasar, y que añoraremos cuando pasen los años. La corriente del tiempo arrastrará ese momento hasta que vuelve a brotar en forma de recuerdo al escuchar esa misma melodía que nos hizo volar. ¿Se dan cuenta de lo importante que es este arte en nuestras vidas? Pues  pónganse en el lugar de quien lo crea. De quien quiere compartir su obra y vivir de ello, y hacer ver su arte al público en los mismos colores que él o ella ve su composición. El ser humano necesita la música desde tiempos ancestrales para comunicarse, para abstraerse de este mundo cada vez más gris y sediento. La música ha pasado por la historia de nuestra especie de ser el medio para comunicarse con los dioses a un producto que sólo puede sobrevivir si es competitivo en el mercado. Con el agua ocurre prácticamente lo mismo y sin embargo, ambas son necesarias para vivir y sentirnos vivos.

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Imagen de la 'Procifestación'. Foto: Luis Chacón