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Valle de Lecrín, GRANADA, Spain
Revista y agenda cultural del Valle de Lecrín

viernes, 4 de febrero de 2011

Todo empezó por una cenefa/ IT ALL STARTED WITH ONE SMALL BORDER

 Todo empezó por una cenefa
Redacción: V. Sánchez/ Fotografía: Luis Chacón
 Entrar en la casa de Paco y Asunción, conocida popularmente por la Casa de las Conchas, es adentrarse en el reino de la artesanía, la laboriosidad y la paciencia. Un universo en el que la imaginación de este hombre, que niega que exista el aburrimiento, ha conseguido convertir su hogar en una de las casas más pintorescas de la provincia de Granada. Toda la fachada del inmueble está cubierta por los dos millones de conchas que durante más de 40 años, Paco fue trayendo de la playa de Motril. Francisco Palma, de 78 años, comenzó realizando una cenefa en la pared y le gustó tanto que continuó. Sus vecinos pensaban que estaba loco, asegura Paco, pero cuando terminó de cubrir la fachada y los minaretes de la terraza todos reconocieron que les gustaba.
La casa está situada en Albuñuelas, en el número 6 de la calle Morales, y sus puertas están abiertas a todo aquel que quiera hacer una visita a este particular museo. Además, dentro del patio, Paco ha ido recopilando artilugios de todo tipo: desde una camilla de la guerra de Vietnam, a una jamuga (una especie de silla que se colocaba sobre las bestias para transportar a los enfermos), herramientas de labranza, medidas anteriores a la balanza y más de 5000 calabazas forman parte de la colección que Paco ha ido juntando a lo largo de los años.
Este vecino del Valle de Lecrín ha estado viajando durante décadas dedicándose a la recogida de uvas en Francia, aceitunas en Jaén, otros productos de la huerta en el Ejido,...primero con su mujer Asunción, y después con sus hijos, por eso cuando le preguntamos por su oficio, él responde que eran errantes.
Con sólo dos meses de descanso al año, Paco los dedicaba a ir construyendo su casa poco a poco, concha a concha. Pero no es la única labor artesanal a la que le ha dedicado el tiempo. El esparto, la talla en madera y piedra, son otras de las aficiones de este caballero que afirma que cuando va a dormir imagina lo que va a hacer y una vez creado en su mente, lo elabora con sus manos. Si no sale bien a la primera, se deshace de ello y sabe que ese no es el camino para fabricar, ya sea una cesta de esparto o una de las muchas cabezas en piedra y madera que acumula en su terraza, porque en todas estas artes él ha sido su propio maestro.
Para lo único que no ha sido autodidacta es para la utilización del alambique que se compró con sus ahorros para extraer esencias, de las que también tiene un buen surtido elaborado. Según Paco, el fin de todas sus aficiones es simplemente mantenerse entretenido y plasmar físicamente lo que hay en su mente, porque él rechaza el dinero. No quiere que le paguen la visita a su a casa y se niega a vender cualquiera de sus creaciones. Piensa que el único capital que un hombre debe acumular es el espiritual, pues según dice, el dinero en cualquier momento se puede perder. Con ese pensamiento ha criado a sus dos hijos y a su hija, y asegura que sus hijos no están sufriendo la crisis porque no viven por encima de sus posibilidades. “La crisis es para aquellos que no han sabido administrarse y se han gastado el dinero según lo ganaban”, dice. Pero también siente lástima por ver que los productos que vienen de la agricultura no están debidamente valorados y que esto lleva al abandono de los campos de labranza. “Todos debemos al campo y a sus productos lo que somos; da igual que seas médico, abogado, maestro, todos comemos de estos productos, pero están tan mal pagados que al final los agricultores trabajarán para su propio consumo y para nadie más”.




A esta peculiar casa de Albuñuelas llegan turistas de todas partes que Paco atiende de forma amable mostrándole todos los rincones de su humilde hogar y los objetos que colecciona. El final del recorrido es la terraza con unas vistas espectaculares a la montaña. Francisco asegura que muchas veces se sienta a observarlas mientras piensa en todas las civilizaciones de las que han sido testigos esas montañas, “y la nuestra es tan sólo una más”, dice.

Paco continúa imaginando y creando en su mente, sin embargo, le falta el tiempo para llevarlo a la realidad ya que cuida de su mujer enferma y del huerto donde cultiva verduras y hortalizas para consumir en casa. Uno de los proyectos que este albuñolense dice que no terminará, será la maqueta de su pueblo que ya está hecha en su mente. Mientras nos muestra trozos de raíz limpios y tratados, nos describe con todo detalle una ciudad 
a escala que podría ser Albuñuelas. No sabemos si finalmente esas ciudades se harán realidad fuera de su rica imaginación, pero lo que es seguro es que la Casa de las Conchas se ha convertido en un sitio indispensable que visitar en el Valle de Lecrín y del que se sale fascinado por la laboriosa tarea que Paco ha desarrollado durante más de 50 años.


It all started with one small border
This is a free translation by Linda Morrison
To enter Paco and Asuncion’s house, known popularly as the House of Shells, is to enter the heart of the king of artisans; a world in which imagination has taken flight. A man, in whose lexicon the word boredom does not exist, Paco has laboriously and painstakingly turned his home into one of the most picturesque houses in the whole of Granada. The outside of the building is covered in millions of shells, which for over 40 years Paco has slowly and patiently gathered from the beach at Motril.
It all began by chance one day, when Paco decided to create a small shell border on one of the walls, and liking it so much he continued. His neighbours thought that he was somewhat touched, Paco remembers with a grin, but by the time he had finished covering the entire house, including the terrace everyone had had a changed of heart.
The house is situated in Albunuelas, 6 calle Morales and its doors are open to all who want to visit this special museum. On the patio you will find a collection of artifacts, ranging from a stretcher from the Vietnam War, farming tools, ancient scales, to a jumaga, a type of seat used to transport the infirm on the backs of animals. Added to this, are more than 5,000 gourds, all forming part of a collection that Paco has been putting together since as long as he can remember.
This neighbour, in the Lecrin Valley, now 78 years old, has been traveling the countryside for decades. Firstly with his wife Asuncion and later with his sons; journeys dictated by the season’s harvests, grapes in France, olives in Jaen, and the allotment in Ejido. When asked what his work was, he answers, “Wandering.”
With only two months break each year, from these agricultural labours, Paco dedicated the time to patiently transforming his home, shell by shell. But this is not the only craft to which he has turned his hand; cane work, carving wood, and sculpting stone can be added to the list. Surely when this man sleeps he must dream of tomorrow and what he might achieve with his hands. If spring does not begin well, then he does not worry about outside work, rather he will weave a basket, sculpt a head in stone or carve a piece of wood; one more item to add to the collection on the terrace. In all these skills Paco is self-taught. The only exception, learning the secret of how to use a still, which he bought with his savings, and which he uses to extract the essence from plants; yet another interesting hobby he can notch up.
According to Paco, what we think of as ‘his skills’ are simply part of his life, finding pleasure in the way he can shape and give form to the fantasies of his mind. Money does not enter the equation. He does not want visitors to pay to visit his house and he does not sell his works. He thinks that the only riches worth accumulating are spiritual. Money he regards is unstable and of false value.
Although at the moment, most of Paco’s time is taken up by looking after his wife who is unwell and tending to his allotment it has not stopped him imagining future projects. One of them that this Albunolense says he will not accomplish, although he goes on to describe it in great detail is a scale model of the village. We don’t know if these ideas will turn to reality outside his rich imagination but what we do know is that Francisco Palma’s ‘House of Shells’ has become a magical spot in these troubled times. A place painstakingly and lovingly created during more than 50 years.

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