Texto. Vanesa Sánchez. Fotos. J. Walfisch
La agricultura es un sector económico que busca soluciones para hacer frente al decaimiento que ha sufrido en las últimas décadas debido a los precios de los productos en el mercado. La forma de cultivo ecológico, es una de ellas. En Andalucía, principal productora y exportadora de toda Europa, se facturaron más de 500 millones de euros en 2009.Sin embargo, más allá de exportaciones y datos económicos, la agricultura ecológica es una forma de recuperar las formas tradicionales de cultivo, cuidando del entorno natural con la no utilización de químicos, evitando una sobreexplotación de la tierra, pero también defendiendo la biodiversidad. La garantía de que un producto es ecológico es fundamental para su comercialización, pero el sello oficial tiene un coste económico que el agricultor debe cargar al precio, y ésta es una de las pegas que muchos consumidores encuentran a la hora de decantarse por lo cultivado de forma orgánica.
El Sistema Participativo de Garantía (SPG) puede dar solución a este problema, pero no es la única ventaja de esta experiencia que se está llevando a cabo en el Valle de Lecrín por los agricultores socios de Ecovalle. Esta forma de certificar que una producción es ecológica no es oficial, por el momento, aunque en otros países como en Brasil y Perú es una modalidad compartida con la que realizan las instituciones públicas. También comienza a ser más común en Italia y Francia. Los agricultores adscritos a este programa, defienden este certificado porque además de garantizar la calidad de los productos, genera espacios en los que pueden compartir experiencias y recursos como semillas y soluciones ante enfermedades o plagas, entre otras cosas. Asimismo, se acerca a los consumidores de diversas formas. Los interesados en visitar las huertas en las que se cultiva lo que será servido en sus mesas pueden contactar con los asociados. ¿Cómo? Esta es otra de las novedades que aporta el SPG y es que sus productos son vendidos por ellos mismo en los mercadillos tradicionales como el de Dúrcal y Padul. Al acortar la cadena de distribución, del mismo productor al consumidor, y al vender las frutas y verduras en mercados locales evitan muchos gastos por lo que pueden equiparar sus precios a los de la agricultura convencional. En esos puestos los agricultores disponen de información sobre esta iniciativa.
Uno de los agricultores que están adscritos a este sistema es Rodrigo González, Ingeniero Agrónomo. Visitamos la huerta de Los Llanos, de la cooperativa La Tasquivera, en ella este madrileño afincado en Dúrcal, nos muestra las variedades de tomates, albahacas y pimientos que cultiva en la pequeña parcela.
Como agricultor ecológico ¿Qué ventajas destacas del SPG comparadas con la certificación de tercera parte?
Sobretodo es el poder hacer las cosas nosotros. No depender de una entidad externa que venga a certificar o a dar la garantía de lo que estoy haciendo. Yo, compañeros agricultores y productores, los propios consumidores y otras personas afines a la producción ecológica sabemos cómo hacer las cosas, porque partimos del convencimiento de que es así como hay que hacerlo, y además podemos trabajar muchos más aspectos. Se pueden fortalecer las redes entre consumidores y productores, y desarrollar muchas más cosas de las que se pueden trabajar con una certificadora de tercera parte, como cursos de formación y aprendizaje colectivo. Va mucho más allá del sello que dice “esto lo estamos haciendo bien”, eso ya se da por hecho, el SPG da lugar a hacer muchas más cosas.
También con los propios consumidores
Claro, a mí me da la sensación, que también el sistema de certificación de tercera parte puede generar cierta desconfianza, porque son productos que no se ve de dónde vienen. Sin embargo, con el SPG, el consumidor puede formar parte. El producto que va a comprar está producido al lado de su casa y las huertas están abiertas para que vengan y lo vean, y hablen con nosotros y nos conozcan y vean cómo se está haciendo. Es una garantía total.
El siguiente paso es el puesto en los mercadillos de Padul y Dúrcal para empezar.¿Qué ofrecen al público?
La idea es empezar con los productos de temporada que producimos aquí en las huertas de Nigüelas, Restábal, Dúrcal y Cónchar, entre verduras y frutales. Intentar abastecer una cesta con los productos básicos del campo y de temporada.
Sin embargo, estos productos no son sólo los convencionales, ya que en sus huertas disponen de una gran variedad de especies
A nosotros nos interesa mucho la diversidad agrícola, y sobretodo las variedades locales, tenemos más de cuarenta variedades de tomates, que muchas son variedades locales de Andalucía, de diferentes pueblos, son los tomates “normales” pero de diferentes lugares. Aunque también tenemos variedades más extrañas, de otros sitios, nos gusta tener diversidad, de sabores, de olores, etc. Tenemos los productos normales: los tomates normales, los pimientos normales, la cebolla normal y además, como nos interesan esas otras variedades mas raras, también las cultivamos, porque a nosotros nos gusta comerlas y bueno, a ver si a la gente les gusta también en el mercado.
¿Cómo conseguís todas esas variedades?
Desde hace varios años estamos dentro de las redes de semillas de Andalucía y a nivel estatal, en las que participa gente interesada en buscar y recuperar esas variedades antiguas que van perdiéndose debido al abandono del campo. Gracias a este contacto, hemos ido acumulando variedades y este año estamos probando la adaptación de las distintas plantas a este terreno y clima. Posteriormente iremos seleccionando las que más nos gusten.
¿Qué tiene que hacer un agricultor convencional para adscribirse en este Sistema de Garantía Participativa?
Tendría que hacerse miembro de Ecovalle, y empezar a venir a nuestras reuniones, a nuestras asambleas….porque claro no es una cosa que se haga de la noche a la mañana. Depende también si viene directamente de la agricultura convencional, ya que tendrá que tener un proceso de aprendizaje que le podemos facilitar nosotros, mediante un proceso de acompañamiento para ayudarle a conocer las técnicas de agricultura ecológica, sería cuestión de integrarse en nuestro proceso, porque una de las cosas que tiene es que el SPG requiere una participación activa eso lo conseguimos juntándonos, hablando, no basta con decir “yo hago esto” y ya está, hay que estar realmente.
Sin embargo, una de las trabas a la hora de vender el producto es que no puede salir de los mercados locales al carecer del sello oficial
Aunque la producción se esté haciendo de acuerdo al Reglamento Europeo de la Agricultura Ecológica y aporte más elementos de un manejo agroecológico de la finca, al no estar certificado por una entidad de certificación de tercera parte, está más vinculado a mercados locales, cercanos, para que haya esa relación de confianza y de cercanía. Es difícil vender estos productos en un mercado de Madrid o de Europa porque allí el cliente exige este sello, por el momento. Pero hay otras maneras de hacerlo. Este sistema se está desarrollando dentro de la Federación Andaluza de Consumidores y Productores Ecológicos, que está formada por asociaciones de todas las provincias, pequeñas organizaciones como Ecovalle o un poco más grandes, como El Encinar en Granada. Ésta sería una vía para compartir la confianza en esta garantía que se da a nivel local y que se podría trasladar a otros niveles locales pero más lejanos, es decir, que un consumidor de Sevilla tenga confianza en que lo que produce Ecovalle es ecológico, por ejemplo. Ese sería un camino para vender los productos locales fuera de la comarca, sin necesidad de que la Administración equiparase este sello al oficial.
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